Septiembre estuvo marcado por un giro inesperado en los mercados financieros argentinos. Tras semanas de alta volatilidad y caídas en los activos, un factor externo cambió el ánimo: el respaldo público del Secretario del Tesoro de Estados Unidos al plan económico argentino. Con solo unos tuits, los bonos recuperaron hasta un 30% en pocos días y el mercado comenzó a especular sobre la magnitud y condiciones de este apoyo.
El acompañamiento de EE.UU., sumado a la baja temporal de retenciones a las exportaciones agrícolas, generó una liquidación récord de dólares en la semana. El cupo previsto se agotó en apenas horas, dando al Banco Central y al Tesoro una inyección de divisas que permitió reforzar reservas y contener la presión cambiaria. No obstante, la medida también generó tensiones con los productores, que no lograron aprovechar plenamente la ventana de retenciones cero.
En paralelo, el Banco Central reinstauró la restricción cruzada que impone un plazo de 90 días en el que los compradores de dólar oficial no pueden operar con contado con liquidación (CCL) o dólar MEP, y viceversa. La medida busca frenar los “rulos”, operaciones de arbitraje para ganar con la diferencia entre mercados. La norma, que ya había estado vigente en otros períodos de controles cambiarios, ahora alcanza también a personas humanas y no solo a empresas.
En este contexto, el Ministerio de Economía lanzó una licitación de instrumentos dólar linked, buscando absorber parte de los pesos excedentes y ofrecer cobertura a empresas importadoras frente a la incertidumbre cambiaria. Estas colocaciones, con plazos variados, se presentan como una alternativa para quienes necesitan previsibilidad en un escenario aún volátil.
A nivel internacional, el panorama también mostró señales fuertes. Los metales preciosos, en particular oro y plata, vienen destacándose como refugios de valor frente a la expectativa de correcciones en el mercado accionario estadounidense. Al mismo tiempo, las tensiones geopolíticas en Europa y la reactivación del petróleo suman ruido al tablero global, marcando oportunidades y riesgos para las carteras diversificadas.
Mirada de Cartera
En cuanto al análisis de cartera, el Merval también fue parte del debate. Desde Portfolio lo vemos sobre castigado, aunque con potencial de recuperación si el mercado percibe señales más claras en la acumulación de reservas. Bank of America subió el precio objetivo de los bancos y Citi recomendó bonos en dólares, destacando oportunidades en la curva de globales por sobre los bonares. Casos como el Bonar 2027 llegaron a rendir 20%, mostrando valor en niveles tan deprimidos.
El Bopreal 2026 también atrajo miradas: llegó a rendir entre 8% y 10%, pero ya comprimió a 4%. Se perfila como una opción interesante para importadores que necesitan hacerse de dólares hacia mayo, siempre bajo un escenario de estabilidad relativa, sin un giro catastrófico.
A nivel de carteras, la prudencia sigue siendo la estrategia central. En un escenario global de tasas norteamericanas en baja y tensiones geopolíticas crecientes, el oro vuelve a ganar protagonismo como refugio de valor. Siempre recomendamos que es bueno tener oro en las carteras más en un escenario global tan complicado, en donde la mayoría de los países están con fuerte superávit fiscal y hay una especie de guerra de monedas. Vemos positiva una tenencia del 5% al 10% en oro, que puede canalizarse a través del ETF GLD (oro físico), el SLV (plata física) o CEDEARs de mineras como Newmont, Pan American Silver, Barrick o Freeport. Incluso la plata aparece como una apuesta especulativa interesante, con margen de suba en el corto plazo.
En síntesis, el trimestre cierra con más preguntas que certezas, pero también con nuevas oportunidades: desde instrumentos locales que permiten cobertura en dólares hasta alternativas internacionales para diversificar. El desafío estará en combinar prudencia y estrategia en un escenario donde cada noticia puede mover el tablero.